lunes, 25 de septiembre de 2006

Arcaic de Criamon

Casi lo primero que recuerdo en mi vida, mi verdadera vida, es el agua, fría, translucida, pura, capaz de reflejar el alma de un hombre, ese espejo que tras de si encierra un misterioso mundo inalcanzable pues las laminas de sus puertas se deforman con nuestro toque, el arjé, el principio…

Mucho antes de nacer otra vez yo era ciego, ciego a todas esas bellas cosas que siempre me rodearon pero que yo no sentía ni pretendía percibir. Mi gestor era un noble provenzal, su compañera, una desdichada mujer vendida por su buen pedigrí, feliz de cumplir su misión, mis fraternos, mastines feroces capaces de masticar el mundo con sus dientes...

A veces cuando el trabajo en el laboratorio agota mis fuerzas, salgo de la torre y contemplo lo que me rodea, una enorme frustración me embarga al saber que solo percibo una parte de las cosas, y que todavía queda mucho para lograr percibir todo lo que intuyo, lo etéreo de las sombras, la voluntad del viento, y … el agua, si…ese maravilloso líquido, donde a veces creo al mirar en el fondo de un estanque o de una zafa que quien me mira es otro, detrás del intangible velo esta el, y me odia por que ocupo su lugar, por que ya no es alma por que ya no es nada si no un recuerdo que se borra poco a poco, asfixiándose entre la espuma de los rompientes, tragando por su boca la claridad de un mundo que nunca aceptó…

Profundos ojos me miran, desde la misma profundidad del tiempo contándome un cuento perdido, soñado tal vez, se niegan a olvidar la carne que los vistió , la alegría con la que contemplaban la blanca y pura piel de una mujer, la sangre que bullía debajo, noble entre pares, el orgullo que brillaba al comprobar que pertenecía a alguien…

Que fácil es dejar de mirarlos, cuan suavemente se hunden entre gritos frustrados. En invierno cuando una fina manta de nieve cubre los campos y las aguas enduren su presencia, me encuentro contemplando desde alguna ventana como cazan los perros del servicio, felices de servir a sus dueños, pero no son más que sombras, cerca entre susurros sus hermanos, libres de ataduras ven mas allá, no se conforman con una simple caricia en el lomo, escuchan el viento, corren entre mundos, y ríen de los pobres esclavos y sus insignificantes recompensas. Si, como aquel pobre niño que solo deseaba ser lo que se suponía que debía ser. A veces olvido que fue de el, quiso ser mastín entre mastínes, y acabó siendo ternera en sus bocas, dulce y delicioso bocado…

Si todavía pueden estas manos mías sentir la aspereza de la tierra, y mi rostro nota la dureza del suelo, el sabor de la sangre, el rumor de la desesperación, ah. Pero el agua llegó a tiempo, y como si de una costra de suciedad se tratara la limpió, entro dentro y pulió los órganos, los hincho, los hizo reventar, livianos como el aire ya no eran un lastre, el cuerpo se disolvía en un cristalino remolino, como la verdad, la verdad de todo, la verdad que se escapa y es imposible de agarrar, que aunque la bebas nunca es tuya, fluye, te transporta pero no te haces uno con ella, no seca tu sed si no que se lleva algo de ti en cada trago…

Vis en bruto, sorbos que no aplacan la sed, sorbos que te indican que el camino no es beberla, es fundirte con ella, pero que eso es imposible, pues tú no eres ella…

La noche cae, siempre, un día tras otro, algunos sin luna, otros con mas de una, solo en lo oscuro brilla tal vez una luz que no podamos percibir, tal vez sentir, que nos mira, pero que no nos ve, solo tu reflejo, perdido para siempre, carente de espíritu carente de cordura, carente de existencia, como el pasado, que nunca fue, y el futuro que nunca será…

1 comentario:

El Nigromante dijo...

En fin, parece que el Go sirve para algo... Me quito el sombrero y el peluquin ante el Sr. Paqüito.