Después de meternos un buen rato con el pobre negro, digo Juan, seguimos bebiendo y contando batallitas de esas tan especiales que nos gustan a los freaks. Llego un momento en que el cuerpo pedía un poco de movimiento y nos embutimos bien embutidos en nuestros abriguitos y salimos a dar un buen garbeo por las callejuelas de Sella. Hacía un poquito de frío y la música de fondo aún nos recordaba que estábamos en la recién entrada del año nuevo, nada que ver con la solemnidad que tuvimos en septiembre cuando recorríamos aquellas mismas vías en procesión, borrachos perdidos, cantando a la Virgen de la Aurora que no parecía que llegara nunca a su fin.
Tras este paseo nos entraron las ganitas de irnos a dormir. Inicialmente estaba pensado que durmiéramos en el mismo sitio donde habíamos hecho la cena, pero al final nuestro anfitrión se compadeción de nosotros y nos permitió dormir en colchonetas y sac
os de dormir pero dentro de la casa mientras que él arrastraba al pobre Juanito a vete tú a saber qué oscuras intenciones dentro de su tálamo nupcial... Nos acostamos cual anchoas en latas: Tomás en el sillón, Paco, un servidor y Macarralu en el suelo con las colchonetas.
Dormimos bastante bien pero de vez en cuando se nos acercaba el jodío gato, Mefistófeles, y pasaba entre nuestros brazos, nos lamía la cabeza y tal. Eso y la pelea de ronquidos entre Carlos y Tomás (con alguna participación mía, no lo niego) nos alegró el tiempo de descanso.
Por la mañana nos levantamos bastante pesados por la bebida y la comida de la noche anterior. Aún así, Carlos tenía preparada la solución: la milagrosa sopa Harira. Pese a que pretendíamos ir a comer a nuestras respectivas casas, decidimos desayunar consistentemente y la sopa caliente con sus especias nos revivió casi al instante. Juanito puso su punto de anfitrión consorte y nos sacó un delicioso (eso dijo Tomás y Paco, yo no estaba con cuerpo de catarlo) salmorejo. Comimos, repetimos las veces que se hicieron falta y nos preparamos para regresar a casita con la alegría de haber pasado una buena noche y una
mañana la mar de agradable en compañía de la familia (porque es lo que somos, el Clan de Montedemo). Y que tengamos oportunidad de repetir las veces que hagan falta ya que será sinónimo de que seguimos bien todos.
Muchas gracias a los anfitriones, en especial a la todopoderosa Bruja de Sella que nos permitió caminar en sus tierras una vez más.
2 comentarios:
y yo que del paseito no me acuerdo, se me juntan las imágenes con la nochevieja del otro año y la procesión de la Aurora :Op El alcohol me sume en unos bucles espaciotemporales que riete tú del Crossbower :Op
Ah, y muy enternecedor eso del "el Clan mde Montedemo somos una familia"... te ha quedado muy emotivo, casi de gala benéfica :opp
Pues vaya usted a saber...
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